El cometa 3I/ATLAS, descubierto en julio de 2025, ha pasado en apenas cinco meses de ser considerado un objeto interestelar más a convertirse en uno de los fenómenos más debatidos de la astronomía contemporánea. La razón: su inclusión en el Nivel 4 de la Escala de Loeb, un marco de clasificación que va del 0 al 10 y que evalúa la rareza de las anomalías detectadas en cuerpos celestes.
Según Loeb, este nivel implica que las características observadas son lo suficientemente inusuales como para que los científicos deban considerar hipótesis tecnológicas junto a las explicaciones naturales. En otras palabras, no basta con catalogarlo como un cometa: hay que abrir la posibilidad de que se trate de un artefacto interestelar.
¿Qué significa el Nivel 4?
El Nivel 4 está reservado para fenómenos que cumplen con los llamados “criterios potenciales de tecnofirma”. Esto no significa que el objeto sea artificial, pero sí que presenta un conjunto de anomalías que hacen improbable que todas tengan un origen natural simultáneo.
En el caso de 3I/ATLAS, las observaciones han revelado:
- Una composición química atípica, con bajo contenido de agua y una alta proporción de níquel.
- Una aceleración no gravitacional, que sugiere una corrección de trayectoria.
- Una polarización negativa extrema, nunca antes registrada en cometas conocidos.
Para Loeb, la acumulación de estas características convierte la hipótesis de un artefacto en una explicación más plausible que la de un cometa natural con múltiples rarezas simultáneas.
Un debate que se intensifica
La clasificación en Nivel 4 ha encendido la polémica en la comunidad científica. Mientras la mayoría de astrónomos continúan defendiendo la idea de que se trata de un cometa interestelar, Loeb insiste en que las evidencias apuntan hacia algo más.
El hecho de que estas anomalías hayan sido detectadas en tan poco tiempo desde su descubrimiento aumenta la expectativa de que pueda haber una nueva reclasificación antes de que termine el año. Loeb incluso ha sugerido que el objeto podría ser una nave nodriza o un artefacto diseñado para explorar sistemas estelares.
La aproximación del 19 de diciembre
El 3I/ATLAS alcanzará su máxima cercanía a la Tierra el 19 de diciembre de 2025, a una distancia segura de unos 267 millones de kilómetros. Durante este periodo, los telescopios terrestres y espaciales intensificarán la vigilancia, con especial atención a imágenes de alta resolución y análisis espectroscópicos que podrían confirmar o refutar las anomalías reportadas.
La comunidad astronómica espera que esta ventana de observación proporcione datos más sólidos sobre la naturaleza del objeto. Si las anomalías persisten, la discusión sobre su posible origen tecnológico podría ganar aún más fuerza.
Un visitante que desafía paradigmas
El caso de 3I/ATLAS recuerda al debate generado por ʻOumuamua en 2017, otro objeto interestelar que mostró comportamientos extraños y que Loeb también consideró como posible evidencia de tecnología extraterrestre. Sin embargo, la diferencia es que ahora existe un marco formal —la Escala de Loeb— que permite clasificar y comunicar el nivel de rareza de estos fenómenos.
¿Un cometa extraño o una tecnofirma en el espacio?
La llegada de 3I/ATLAS al Nivel 4 de la Escala de Loeb no significa que estemos frente a una nave alienígena, pero sí obliga a la ciencia a tomar en serio esa posibilidad. Con su aproximación final a la Tierra en diciembre, el mundo estará atento a lo que revelen los telescopios. Lo que se descubra podría redefinir nuestra comprensión de los visitantes interestelares y abrir un nuevo capítulo en la búsqueda de tecnofirmas en el cosmos.



