En los últimos años, el término apropiación cultural ha ganado protagonismo en debates sociales, académicos y mediáticos. Aunque no es un concepto nuevo, su uso se ha intensificado en contextos como la moda, el arte, la música y las redes sociales. ¿Pero qué significa realmente? ¿Es un problema real o una exageración? En esta nota exploramos qué es la apropiación cultural, por qué genera tanta discusión y cómo se manifiesta en la vida cotidiana.

¿Qué se entiende por apropiación cultural?
La apropiación cultural ocurre cuando una persona o grupo adopta elementos característicos de otra cultura sin comprender su significado profundo o sin respetar su contexto original. En muchos casos, esto se da entre culturas con desigualdad de poder, donde una cultura dominante toma elementos de una cultura históricamente marginada.
Más allá de la simple “inspiración”, el problema surge cuando estos elementos se desconectan de su origen, se comercializan o se trivializan, generando incomodidad o rechazo entre quienes los consideran parte de su identidad.
¿Cuáles son algunos ejemplos de apropiación cultural?
Este fenómeno se ha señalado en múltiples ámbitos:
- Moda: Marcas y revistas han sido criticadas por usar atuendos tradicionales de culturas indígenas o asiáticas en modelos occidentales, sin contexto ni reconocimiento.
- Música: Artistas como Elvis Presley, Miley Cyrus o Katy Perry han sido acusados de apropiarse de estilos musicales o estéticos ligados a comunidades afroamericanas o asiáticas.
- Bienestar y espiritualidad: Prácticas como el yoga o la meditación han sido comercializadas en Occidente, a menudo desvinculadas de sus raíces filosóficas y religiosas.
- Estética personal: Peinados como las rastas o trenzas han generado debate cuando son usados por personas fuera de las culturas que los originaron.

¿Por qué es tan polémico el concepto?
Uno de los principales puntos de conflicto es que no existe una definición única ni universal de apropiación cultural. Para algunos, cualquier uso de elementos ajenos puede ser considerado ofensivo; para otros, la cultura es dinámica y está en constante intercambio.
Además, hay quienes argumentan que la cultura no tiene dueño, y que el mestizaje cultural ha sido parte de la historia humana desde siempre. Sin embargo, otros señalan que este intercambio solo es justo cuando hay reconocimiento, respeto y equidad, y no cuando una cultura dominante se beneficia de otra sin devolver nada a cambio.
¿Cómo se relaciona con el poder y la desigualdad?
La apropiación cultural no puede entenderse sin considerar las relaciones de poder. Cuando una cultura históricamente privilegiada toma elementos de otra que ha sido excluida o discriminada, se perpetúan dinámicas de desigualdad. Incluso si la intención no es ofensiva, el impacto puede ser doloroso para quienes ven sus tradiciones convertidas en moda o entretenimiento.
Por ejemplo, cuando una práctica espiritual como el budismo se reduce a una estética de “paz y relajación”, se borra su complejidad y se ignora que también puede tener expresiones radicales o incluso violentas, como ocurre en algunos contextos religiosos.