Para Cami, la música ha sido más que una carrera; es un viaje emocional lleno de descubrimientos y renacimientos. La cantante chilena ha experimentado su arte como una catarsis personal, donde cada etapa la ha llevado a nuevas dimensiones de expresión.
Desde su primera conexión con la música a los 12 años hasta su reciente nominación a los Latin Grammys, Cami ha evolucionado constantemente, mostrando una profundidad que va más allá de los géneros musicales y las etiquetas tradicionales.
En esta charla con The Urbanda, Cami nos comparte cómo ha aprendido a aceptar el cambio como una parte fundamental de su ser. Desde su interpretación de “Gracias a la Vida” de Violeta Parra hasta la creación de su nuevo álbum Anna, la artista explora temas universales a través de sonidos que van del folk al pop electrónico.
Cuando te diste cuenta de que querías dedicarte a la música, ¿cómo fue ese proceso?
“Creo que nunca fue una decisión consciente; siempre fue un amor muy romántico y catártico con la música. Desde muy chica, sentí que la música era un espacio alucinógeno, algo que necesitaba descifrar y aprender. No era solo un trabajo de vida, era un amor muy profundo. Cuando tuve que decidir qué hacer con mi vida, no había otra cosa en mi cabeza más que seguir explorando la música y todos los mundos que me ofrecía. Y ahora, resulta que soy artista.”
¿Qué significa para ti “Gracias a la vida” de Violeta Parra?
E”s la canción con la que descubrí un espacio interpretativo, siendo muy chica, a los 12 años. Me di cuenta de que podía cantar para sentir, no solo para sonar bien. La música te entrega esa emocionalidad única con ciertas canciones, un espacio íntimo y verdadero. Para mí, “Gracias a la vida” era una emoción que me inundaba desde muy joven. Fue una de las primeras experiencias en las que me conecté profundamente con la energía de la música”.
Has sido nominada a los Latin GRAMMYs varias veces. ¿Qué significado tiene esto para ti?
“Cada nominación ha sido una sorpresa, y cada vez es diferente porque he pasado por distintas etapas. La Cami de hace dos años no es la misma que la de hoy, y cada experiencia en los GRAMMYs ha sido única. Todavía no me siento del todo cómoda con la competencia que conlleva, ya que lo veo más como un reconocimiento. Sin embargo, es intenso estar en esos eventos; a veces la ansiedad social me supera un poco. A pesar de ello, siempre son experiencias hermosas que me emocionan hasta las lágrimas, aunque también pueden ser abrumadoras”.
Has tenido varias colaboraciones, ¿alguna que te haya marcado especialmente?
He tenido pocas colaboraciones, pero para mí, la más significativa es la que tengo con mi público. No hay nada más romántico y honesto que esa conexión que se da cada vez que me subo al escenario y entrego el micrófono para que canten conmigo.
Anna es tu segundo nombre y el título de tu nuevo disco ¿Qué representa este nombre para ti?
Ana significa resurrección. Soy Escorpio y me identifico mucho con ese limbo entre la vida y la muerte. Mi último disco se llamó Anastasia, que representa la muerte, y ahora viene Ana, que es la vida. Siento que tengo más de Ana que de cualquier otro nombre.
En esta nueva etapa, ¿seguirás experimentando con la música electrónica?
El término “música electrónica” puede ser muy amplio. Me cuesta clasificar mi música en un solo género. Lo que más disfruto es inventar y reinterpretar diferentes corrientes musicales. Estoy explorando el folclor, el pop electro, y así es como me estoy moviendo. Para mí, la creatividad está en no limitarse a un género específico.
Tuviste una colaboración importante con el productor hondureño Truco. ¿Cómo fue esa experiencia?
“Grabar con Truco fue una de mis mejores colaboraciones. Es un colaborador muy sensible, entiende la música como un juego, como un espacio lleno de vitalidad. Pasamos dos meses en el sur de Chile, y esa experiencia me permitió jugar y proponer sin miedo. Fue increíble poder crear en un ambiente tan libre”.
De todas tus canciones, ¿cuál consideras la más personal y por qué?
“Es difícil decirlo porque todas son personales, pero creo que “Un Lugar” toca una fibra muy especial. Cada canción tiene su propia historia y conexión conmigo”.
¿Cómo defines tu estilo actual?
“Diría que es indefinible. Prefiero no ponerle etiquetas porque siempre estoy explorando y reinventándome”.
La portada de tu EP Volumen 1 tiene un estilo bastante disruptivo. ¿Cómo fue conceptualizarla?
“La conceptualización surgió mientras hacíamos fotos en Los Cabos, México. La segunda parte del disco la estamos grabando aquí en Ciudad de México. Quisimos reflejar la conexión que siento con el mar, con el agua y su movimiento. El mar representa vida, al igual que Anna, que es lo que viene después de Anastasia. La portada de Anastasia era oscura, representando la muerte, mientras que la de Anna es más luminosa y viva, mostrando ese renacer”.
¿Qué es lo que más te gusta de México y qué similitudes y diferencias encuentras con Chile?
“Lo que más me gusta de México es la forma en la que conservan su arte y su identidad, cómo honran sus raíces y las reinterpretan. Eso se refleja en todos los ámbitos, desde la gastronomía hasta la música. En cuanto a similitudes, creo que en ambos países hay una gran nobleza y amor en todo lo que hacemos. Pero siento que en Chile todavía necesitamos trabajar más en conservar y respetar nuestra memoria, algo que admiro profundamente de México”.