En 2025, una nueva tendencia capilar ha encendido el debate en redes sociales y pasarelas: el llamado depression hairstyle. Este estilo, que se caracteriza por un look desordenado, húmedo y aparentemente sin esfuerzo, ha puesto sobre la mesa una conversación más profunda sobre salud mental, estética y representación. ¿Estamos ante una forma honesta de expresión personal o frente a una peligrosa banalización del malestar emocional?
La moda, como reflejo de lo que vivimos, no solo dicta lo que se lleva, sino que también traduce estados de ánimo colectivos. Así como en el pasado se hablaba del “índice del dobladillo” para vincular la longitud de las faldas con la economía, hoy los peinados pueden decir mucho sobre cómo nos sentimos como sociedad. Y en un mundo donde el agotamiento emocional es cada vez más visible, no sorprende que el cabello también se convierta en un canal de expresión.
¿Qué es el “depression hairstyle” y cómo se ve?
Este estilo se caracteriza por un acabado que parece improvisado: mechones con frizz, texturas sin definir, raya al medio desordenada y un efecto húmedo que da la impresión de no haberse peinado. Aunque a simple vista puede parecer un descuido, en realidad está cuidadosamente diseñado para transmitir una estética cruda, honesta y emocionalmente cargada.
Se relaciona con la corriente ugly chic, que celebra lo imperfecto, lo real y lo que rompe con los estándares tradicionales de belleza. En este caso, el cabello se convierte en una declaración: “esto soy, sin filtros ni pulidos”.

¿Por qué esta tendencia genera tanta controversia?
El debate surge porque, aunque algunos la ven como una forma de autenticidad, otros la consideran una romantización del sufrimiento. ¿Es válido convertir signos de agotamiento o tristeza en una moda? ¿O estamos trivializando experiencias reales al convertirlas en estética?
Algunas voces críticas acusan a la industria de la moda de apropiarse del lenguaje del dolor emocional para convertirlo en un producto vendible, sin una reflexión profunda detrás. En ese sentido, el depression hairstyle podría ser visto como una forma de capitalizar el malestar colectivo.
¿Puede esta tendencia tener un enfoque positivo?
Sí, si se aborda desde un lugar genuino. Más que promover el descuido, esta estética puede ser una invitación a aceptar lo natural, a dejar de lado la presión por lucir siempre impecables y a permitirnos mostrarnos tal como somos. Usar el cabello como una forma de expresión emocional puede ser liberador, siempre que no se pierda de vista el valor del autocuidado.
Aceptar tu textura real, jugar con un look húmedo sin preocuparte por el frizz o el orden perfecto puede ser una forma de decir: “me permito ser yo, incluso en mis días difíciles”.



